Los 15 rasgos del empleado ideal

Quiere crecer y tener mejores oportunidades, aunque para obtenerlas no pretende dañar a otros sino crecer por su cuenta.

Siempre llega a tiempo a la oficina, a las reuniones y a las fechas de entrega de proyectos. Cuando no lo hace lo explica y soluciona adecuadamente.

No se deja ganar por el estrés o por los problemas del entorno laboral, porque controla su mente y sus emociones.

No genera ni difunde chismes, no distrae a sus compañeros, no busca ser el centro de atención. Lo que hace es simplemente trabajar.

Hace sus tareas cuando debe hacerlas en lugar de dejarlas para el final del día, pues da a estas la importancia que realmente tienen.

Quiere aprender nuevas formas de trabajo y las disfruta, no sufre los cambios que se generan en la empresa sino que los acepta con compromiso.

Sus habilidades comunicativas no dejan nada que desear, sabe escuchar a jefes y compañeros, y al mismo tiempo transmitir correctamente sus ideas.

Cuando es necesario, puede liderar equipos de trabajo y hacerlo de la forma correcta, motivando a todos sus integrantes.

No se atrasa con su trabajo, sino que produce al ritmo que se espera, e incluso en ocasiones produce más de lo esperado.

Tiene una visión optimista de la vida y de su trabajo. No sufre por estar en la oficina, todo lo contrario.

Respeta los reglamentos de la empresa y las normativas impuestas, pero también a sus compañeros y superiores.

Nunca se cansa de mejorar su perfil profesional, sino todo lo contrario. Se forma constantemente para adquirir nuevas habilidades.

No solo puede ver lo que tiene delante, sino que es capaz de ver más allá, innovando constantemente y con ello permite el crecimiento de la empresa.