¿Los reconoce?, llevan años en las calles de Envigado

Periódico Gente
Creado por Periódico Gente (User Generated Content*)User Generated Content is not posted by anyone affiliated with, or on behalf of, Playbuzz.com.
Elegir 27 abr 2018
Help Translate This Item
1

Eduardo segundo santos, ‘el del carrito blanco’

Fotos: Edwin Bustamante y Santiago Mesa.

O también el de ‘Obleas y solteritas Eduardoño’. Don Eduardo no olvida a su natal Corozal, pero hoy, viviendo en Andalucía, se siente envigadeño. Empezó en el parque principal hace 22 años, donde permaneció casi 20 y con la restructuración del lugar le tocó moverse; lo hizo por varios rincones hasta que se estableció en el pasaje del Ley (hoy, Éxito). Allí abre a diario, de 2 a 8 p. m., y ha ido recuperando su clientela. El señor asegura que sus solteritas “son las más famosas, por ser absolutamente propias, las hago toditas, hasta la crema, que es única”. Después de vivir en Venezuela, llegó a Envigado en los años 90. Desde allá venía con el negocio de las obleas, pero fue acá donde montó fábrica, y las solteritas sí eran compradas. Como la crema se le dañaba tanto (en ese entonces no tenía la clientela que tiene hoy), optó por hacer todo él mismo. Su negocio, ese carrito blanco que luce a todo el mundo el registro Invima, ha sido clave para sostener a su familia. Con la ayuda de su esposa, de profesión enfermera, don Eduardo sacó adelante a sus 2 hijos. Y si por alguna razón él no puede atender su local, cualquiera de los 3 lo cubre, porque si algo es claro para la familia, es que en ‘Eduardoño’ no se cierra.

2

Entre los pioneros de la plaza está Fabio Bedoya

Aunque reconoce el trabajo de toda una vida de sus colegas y que no fue el primero en llegar a las afueras de la plaza de mercado a vender aguacates, don Fabio ya lleva 42 años en el mismo punto. Está justo en una de las puertas del concurrido lugar, sobre la calle 37 sur. De ahí no se mueve, porque ahí paga impuestos. A su sombrilla llegan clientes de siempre y nuevos; algunos, sagradamente, van a diario: “Hay que cuidarlos, porque si, sin querer, uno vende un aguacate malo, la gente no vuelve”, dice el señor que los vende a 3000 y 4000 pesos, 2 en 5000 y 3 en 10.000. Rodeado por esas “bellezas verdes” lleva 50 años, los primeros 8 los trabajó en Medellín. Allá vive, en el barrio Buenos Aires, y no le importa madrugar a su agitada jornada, porque en Envigado, “tan buena plaza para vender, me va bien”. Don Fabio va a la plaza mayorista a las 4 a. m., se surte y llega a su punto entre las 5 y las 6 a. m.; se queda según la venta.  
Su vida siempre ha estado rodeada del campo, en él creció (en Fredonia): “La agricultura me la conozco yo. Antes de los aguacates fui andariego. Conocí el Valle, los Llanos y la costa cogiendo café y arroz y cultivando maíz”. Pero fue con los aguacates que construyó su casa y levantó a sus 3 hijos.

3

La Chinga lleva 44 años “embelleciendo el calzado” 

Cuenta Luis Carlos Bustamante que hace años una señora quería apodarlo, le iba a poner Pisingaña, “pero llegó otra y le dijo que mejor La Chinga y así me quedé”. Este vecino de La Sebastiana lleva 44 años embelleciendo el calzado de los envigadeños, porque eso es lo suyo, él no es lustrabotas, no, él embellece. Lo hace desde los 8 años, “pues la calle fue mi escuela, yo no quise estudiar. Antes lo turnaba con la venta de prensa y cigarrillos, hice mandados y cargué mercados, pero ya en esto, en forma, el resto de mi vida”.
A diario se ubica en el parque principal, entre las 6:30 o 7 a. m. y las 7 p. m., sus clientes de toda una vida lo buscan, lo reconocen como un guerrero, cuando llueve y le va mal hay gente que le ayuda para que lleve algo a la casa, “así sea arepas, aceite, huevos y leche. Algo para mi esposa y mis 5 hijos”. A todos ellos los ha ido ayudando como ha podido con su trabajo.
La Chinga asegura que todavía se ve mucha gente que busca lustrar sus zapatos, en especial aquellos que cada mañana “van corriendo para las oficinas, todos elegantes con sus cachacos. Y también es normal atender a los que pasan por la iglesia para ir a un entierro”. Lo que tiene claro es que su oficio “ni baja ni sube, el boleo se mantiene”.

4

Darío, ‘el cebolludo’ de los perritos

Por estos días continúa en la esquina a la que llegó hace casi 48 años don Darío Medina, el de los populares perritos ‘cebolludos’, y de la que podría ser reubicado. Pero está tranquilo, pues se está cumpliendo su deseo de no moverse . Allí se siente cómodo, tiene su clientela fija, esos comensales de siempre que permanentemente le llevan otros nuevos. Junto con unos cuantos más de este especial, el del ‘cebolludo’ (ubicado en la calle 37 sur con 41, a una cuadra del parque principal) fue uno de los primeros puestos ambulantes de comidas rápidas en nuestro municipio. Recuerda que comenzó con su papá, quien permaneció los primeros 6 años junto a él en el negocio y desde ahí se hizo cargo. Sus perritos de reconocida ensalada cargada de cebolla (y que hoy prepara su esposa, Nubia Inés Zapata) han sido el sustento de su casa y con ellos no solo ha sacado adelante a sus 2 hijos (de 26 y 28 años), sino que se han visto favorecidos sus 3 nietos (1, 8 y 11 años).  
Tal como lo heredó del papá, sus salchichas se cocinan con petróleo, pues “eso es lo que les da el sabor que tienen, único, como le gusta a la gente”, dice este enamorado de su trabajo, que abre los 365 días del año desde las 6 p. m. 

5

En la misma esquina ha estado Caliche, el piñero

Justo en la de la calle 37 sur con carrera 37, allí siempre, desde las primeras horas del día, se ubica con su carrito de frutas don Luis Carlos Montoya, Caliche, el piñero. Este año ajustará 51 en el mismo lugar y en Envigado vive desde hace 36 (por eso se siente de acá), antes se venía desde Sabaneta. 
Lo de Caliche es una pasión heredada. Su mamá vendía frutas en nuestro municipio, fue pionera “y me lo dejó a mí, estaba cansada, no daba más. Le cuento: ella me prestó 40 centavos para ir a la Mayorista y con eso pagamos pasajes de ida y de regreso, desayuno y compramos frutas. Eran prestados, pero ni le pagué ni ella me cobró. Hace 2 años murió y la deuda quedó ahí. Aunque, bueno, yo llevaba comida a la casa para los 13 hijos que fuimos”. De los 13 es el mayor, a todos los impulsó a trabajar y a varios les ayudó a montar negocios. Con el suyo, don Luis Carlos logró sacar como profesionales a sus 3 hijos, y ahora sus 2 hijas (el único hombre murió) le colaboran a él y a la mamá. Caliche también se surte en la mayorista, va cada día a las 2 a. m. para poder abrir su puesto a las 3:30 a. m. Hasta las 4 o 5 p. m. vende banano, piña, papaya, pera, manzana, naranja y jugo de naranja. Y para pegarse ese madrugón se acuesta temprano, pues como él dice con gracia: “Solo trasnocho por la mañana”. 

6

Lucía, la sonrisa detrás de las crispetas más famosas

Cuando Argemiro Padilla tenía 13 años dejó su departamento, Chocó, y se instaló en Antioquia, pero su historia en Envigado empezó hace 50 años, con el puesto que montó en el parque principal. Poco menos de 5 años después ya lo tenía con todas las de la ley y su licencia al día. Desde ese entonces hasta hoy (en manos de sus familiares, principalmente de Lucía, 1 de sus 6 hijos) su producto ha conquistado a los envigadeños, al punto que le hacen fila. La hacen por un generoso paquete de las crispetas del parque; esas que, por la modificación del mismo, tuvieron que moverse y ahora están a 1 cuadra, junto al Davivienda.
Lucía (nacida acá), el resto de sus hermanos y su mamá terminaron al frente del negocio que levantó a toda la familia (hasta los nietos) por asuntos de salud de don Argemiro, que aún vive. Es más, ella lo hace desde los 12 años (hoy tiene 40 y vive en el barrio La Paz); a esa edad repartía sus horas entre el estudio y el trabajo. La amabilidad y la permanente sonrisa de esta mujer son solo un par de ingredientes del toque secreto de sus crispetas, a las que ella considera “un conjunto de cosas: de tiempo, de tradición, de amor de la gente, del voz a voz, del amor que se les pone y de las ‘cuatro b’: buenas, bonitas, baratas y bastantes, porque damos muchas”. Tantas, que a diario, para satisfacer a todo el mundo, se gasta 1 bulto y medio de maíz.

7

Los hermanos Suárez y la fritanga del grillo

Hace unos 35 años don Carlos Enrique Suárez montó —en compañía de su esposa, Ana Lilian Loaiza, y uno de sus hijos, Juan Carlos— una pequeña venta de empanadas, hojuelas y patacones con salchichón. Dos años después, el tamaño del negocio era otro y con él fue creciendo la oferta, poco a poco fueron llegando el patacón con guacamole y pollo o carne, los chicharrones, las salchipapas, la morcilla, la carne asada y los chuzos, las picadas, los pasteles de pollo y los famosos palitos de puro queso. Su nombre es bien conocido en Barrio Mesa (está en la 38 sur con 33), en otros y hasta por fuera del país. “Al Grillo vienen clientes que viven en EE. UU. y que en cada visita, sagrado, comen acá. También están las hijas de una pareja vecina, que viven en Londres y mueren por los palitos nuestros”, dice Liliana María Suárez (izq. en la foto), quien después de la muerte de sus papás ha estado al frente del local, junto con otro hermano, John Jairo. Recuerda que los han visitado varias figuras: “Futbolistas reconocidos, como Chicho Serna, y cantantes que se han enterado de la fritanga y han venido a probar: Maluma, Ñejo y Dálmata, Reykon”, y eso le confirma que la calidad de sus antojitos no ha cambiado en tantos años. Este negocio, de familia envigadeña de pura cepa, abre de martes a jueves a las 4 p. m. y el fin de semana a las 3 p. m. 

8

Don luis fernando, de vecino al chancero de confianza

Don Luis Fernando Vélez lleva 35 años como vecino de El Dorado, y ahora también trabaja allí, justo en la puerta de su casa. Y el ser tan conocido por todos le ha ayudado y lo ha convertido en el chancero de confianza de varios, “hasta de los chichipatos que no vienen a comprar, sino a saludar y a hablar conmigo, que soy amigo de hace años”, dice riendo. El señor se pensionó de Coltejer hace 10 años, pero no quiso parar, le iba a hacer falta lo del “fresquito, las necesidades de la casa y ayuditas para el estudio de 1 de los 2 hijos, porque el otro ya trabaja”. Además, sentía que quería ocupar su tiempo. Así que una sobrina le propuso lo del chance. Cuenta que “primero tuve tienda, ahora estoy mejor. Cuando entré al chance era más fácil, por porcentaje, hoy es a sueldo. Es más, fui de los últimos con puesto físico (cajita), ahora montan oficina. Hasta he tenido más vida social, tantos años en el barrio me han dado clientela y más amigos. Acá aterrizan los perdidos, buscando direcciones”. (Y es cierto, así fue como dimos con él). Su rutina de las mañanas la disfruta como pensionado: hace mandados y va a la gimnasia, “pura vida de viejito”, dice. Y de 4 a 9 p. m. se relaja en su cajita. Tiene clientes de todos los días, pues “la gente deja más fácil de comer que de hacer chance. Vienen buscando desvararse, esperando que mi Dios les dé un chancecito, y a diario la gente gana”.

These are 10 of the World CRAZIEST Ice Cream Flavors
Created by Tal Garner
On Nov 18, 2021