Gala: la enigmática musa de Salvador Dalí

Mary Villarroel Sneshko
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Elegir 11 may 2017
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¿Quién fue Gala?

Elena Ivanovna Diakonova, nació en 1894 en Kazán Rusia. La menor de 3 hermanos, con once años pierde a su padre, su madre al poco tiempo se casa con un abogado, con el que Gala mantenía una magnífica relación y gracias al cual puede recibir una buena educación.

Fue una alumna brillante y una joven muy decidida,  al finalizar sus estudios en el instituto femenino M. G. Brukhonenko se dedica a dar clases a domicilio, recomendada por los directores de su instituto.

A los 19 años se trasladó a un sanatorio en Cladavel- Suiza para tratarse la tubercurlosis que tenía tiempo afectándola y de la que logró liberarse en 1914. 

Gala fue una mujer de intrigante belleza, admirada por muchas figuras importantes del mundo de las artes.

El primer amor de Gala 

La flamante Gala conoció a su primer esposo bajo circunstancias muy particulares: mientras estuvo interna en la clínica afectada por su tuberculosis conoció a un prometedor poeta belga que sufría la misma enfermedad y se prometieron amor eterno bajo el techo del hospital. Se casaron un año más tarde y tuvieron una hija a la que llamaron Cécile.

La pequeña niña quedó bajo el cuidado absoluto de la madre de Paúl. Gala nunca se caracterizó por ser una madre abnegada, de hecho no la quería ni la consideraba suya “Ella para mí no es más que la hija de Paul.”  

Paúl Éluard estaba totalmente enamorado de su esposa, trabajaba como poeta y eso fue lo que le atrajo a Gala, quien siempre buscó hombres con tendencias artísticas. El matrimonio entre ambos terminó al poco tiempo de que se conocieran Gala y Dalí. 

Paúl Éluard y Gala, recién casados.

¿Cómo se conocieron Gala y Dali?

Gala conoce a Dalí en 1929 y desde ese momento la vida de ambos cambia totalmente. Dalí se encontraba en París invitado a la presentación de la película “Un Chien Andalou” (Un Perro Andaluz) en la que había colaborado junto a Luis Buñuel.

Durante su estadía en Paris, decidió invitar a distintas personalidades a pasar una temporada en Cadaqués, un municipio de Cataluña. Los elegidos para compartir la velada veraniega fueron: Camille Goemans un poeta belga y su compañera, el surrealista René Magritte junto a su esposa, Luis Buñuel y por último Paul Eluard junto con su esposa Gala y la hija de ambos: Cécile.

Desde el momento que Dalí conoció a Gala se enamoró perdidamente de ella, sin importar que estuviera acompañada por su esposo y su hija, ni que fuera 10 años mayor que él, el artista sucumbió ante sus encantos misteriosos. 

Por parte de Gala el amor no fue tan inmediato, las excentricidades de Dalí la sorprendieron e impactaron al punto de no querer compartir con el artista, pero justamente el misterio oculto en sus acciones desesperadas por atención fue lo que le prendió la chispa de la curiosidad.  

«Estaba destinada a ser mi Gradiva, la que avanza, mi victoria, mi esposa».

Salvador Dalí

En su libro autobiográfico “La Vida Secreta” describe la sensación de ver a Gala por primera vez.

El amor desenfrenado que incrementó la locura de Dalí

El amor que sintió Dalí por Gala iba más allá de lo común, el artista la veía como una diosa, la admiraba por encima de todas las cosas, era su alma gemela y su razón de ser. Incluso, Dalí comenzó a firmar sus pinturas como “Gala-Dalí” bajo la explicación que sin ella él no pudiera pintar, no tendría razón de ser.
 
Dalí se entregó en cuerpo y alma a Gala, le compró un castillo y para mantener su individualidad la única forma de acceder que tenía era con un permiso firmado y sellado por su esposa con días de anticipación.

La relación entre ambos es una de las más extrañas en el mundo de las artes, ella desempeñaba el papel de madre espiritual, era su musa y su inspiración, pero no era una esposa común, puesto que no había una relación matrimonial estable.

El amor de Dalí por ella era tan ciego e incondicional que la dejaba ser libre, con todos sus caprichos sociales y sexuales. 

“Yo puliría a Gala para hacerla brillar, hacerla lo más feliz posible, cuidar de ella más que de mí mismo, porque sin ella, todo terminaría.”

Salvador Dalí

"Llamo a mi esposa: Gala, Galuska, Gradiva; Oliva por lo oval de su rostro y el color de su piel; Oliveta, diminutivo de la oliva; y sus delirantes derivados: Oliueta, Oriueta, Buribeta, Buriueteta, Siliueta, Solibubuleta, Oliburibuleta, Ciueta, Liueta. También la llamo Lionette, porque cuando se enfada ruge como el león de la Metro-Goldwyn Mayer." - Salvador Dalí.

El despertar sexual de Salvador Dalí 

La experimentada Gala era conocida por sus actividades sexuales, era una mujer muy abierta y solía disfrutar de múltiples encuentros íntimos. Dalí por otra parte siempre tuvo una relación extraña con el sexo, puesto que en su infancia su padre lo había condicionado a verlo como una actividad impura y negativa.

Gala conoció a Dalí siendo virgen, nadie sabe con exactitud si logró cambiar su estado pero si lo inició en el mundo sexual, el artista descubrió poco a poco sus gustos y determinó que era abiertamente voyeur –una persona que satisface sus deseos sexuales contemplando a otros en situaciones eróticas-. 

La belleza mística de Gala

De rasgos fuertes y únicos, Gala Éluard Dalí fue musa de múltiples artistas. Era considerada una de las mujeres más enigmáticas de la época y pocos podían resistirse a su mística esencia y al magnetismo de sus ojos.

Hay testimonios de distintas personalidades que tratan de describir la magia en los ojos de la emblemática Gala.

Antonio D. Olano, escribió: “Ojos azules unas veces, otras castaños. Ojos de lince, ojos cambiantes Ojos que todo lo penetran. Ojos que no precisan el apoyo de las palabras para mostrar agrado o descontento”.

Leonor Fini quien la conoció cuando era un adolescente, la describió: “de piel oscura, casi del color del cuero (…) sus ojos muy azules, muy oscuros, muy negros, muy atentos a todo; manos morenas muy sensuales y finas, su andar muy seguro, un poco masculino”.

Y su primer esposo, Paul Éluard, dijo: “Había algo irracional en el absoluto convencimiento de que sus ojos tenían poderes mágicos”.

«Me importa poco si Dalí me ama o no. Personalmente yo no amo a nadie»,

Gala Dalí

La flamante musa era conocida por su frivolidad.

Salvador Dalí y Gala Dalí estuvieron casados por 53 años, la muerte de Gala le causó una terrible depresión al artista, al punto de que se negaba a comer.

La infidelidad como parte de su naturaleza

La aclamada Gala, era conocida por su particular carácter y su liberalismo. Nunca le fue fiel a ninguno de sus amantes y Dalí no fue la excepción.
La mujer tenía un sinfín de pretendientes a sus espaldas y los utilizaba para divertirse ocasionalmente. A su primer esposo, Paúl Éluard le fue infiel abiertamente con el pintor alemán Max Ernst.

Ante esta situación, Dalí reaccionaba con tranquilidad y comentaba “Soy el rey de los cornudos”, nunca fue un secreto que Gala mantenía relaciones emocionales y físicas con cuanto hombre llamaba su atención, pero el pintor estaba tan obsesionado con su musa que las ignoraba, y profesaba que esas infidelidades eran cometidas por la “Gala-persona”, no por la “Gala-ideal”.


Por Mary Villarroel Sneshko | @Vivodesorpresas  | Culturizando
Con información de: Salvador Dalí | Telegraph | Biblioteca Senior

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