El incomprendido Mercedes clásico

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Elegir 13 ago 2019
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El inmenso reto llegó a principios de la década de los 60. Mercedes debía sustituir a su convertible 190 SL e igualar el emocionante diseño del 300 SL, cuya versión con puertas ala de gaviota había marcado un antes y un después. 

Al Autoshow de Ginebra de 1963, la armadora llegó con el esperado reemplazo. El 230 SL se trataba de un descapotable cuyo techo rígido desmontable se distinguía por contar con un centro ligeramente más bajo que sus extremos. Esta particular forma le ganó el apodo de “El Pagoda”.

La prensa realmente esperaba un nuevo 300 SL, un auto emocionante en todos los sentidos y no tan razonable como lo fue el 230 SL. El motor de éste era un seis cilindros de 2.3 litros de desplazamiento que generaba alrededor de 150 caballos de fuerza. Los medios especializados esperaban más.

Mercedes-Benz tenía que demostrar que su coche tenía lo necesario para ser considerado un verdadero deportivo e inscribió a su auto, casi con las especificaciones de producción, en el Rally Spa-Sofia-Liège. El coche ganó la competencia que era el equivalente en Europa a la Carrera Panamericana de México.

El 230 SL era un auto con un excelente comportamiento en las calles. Era rápido, aunque, en primera instancia, no se le notaba. Su aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora estaba en alrededor de 9.7 segundos. También gozaba de una plataforma corta y con ejes anchos además de buenos frenos.

Mercedes sacó nuevas versiones de “El Pagoda”. Una con motorización de 2.5 litros al que llamó 250 SL y otro con motorización de 2.8 litros al que llamó 280 SL. Aunque tenían un mayor desplazamiento, el auto realmente no tenía un desempeño mejor. Incluso, el 280 era un poco más lento que el 230 en aceleración, en parte por el incremento en peso.

A pesar de que la prensa no lo apreció con el mismo entusiasmo que al 300 SL, el coche fue un éxito en ventas. Considerando al 300 SL Alas de Gaviota, al 300 SL Roadster e incluso al 190 SL, el nuevo “Pagoda” logró vender más del doble de coches entre 1963 y 1971, cuando salió del mercado.

Parte del éxito fue precisamente lo que desilusionó a los medios especializados: el auto era más accesible visual y mecánicamente a un público más variado, y fue popular entre entusiastas y no entusiastas, entre hombres y mujeres. En general, fue un mucho mejor coche que el modelo que reemplazaba.

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