Diez inventos que seguro no sabías que eran argentinos

César Drago fue el creador de este sifón que tiene la particularidad de poder cargarse de forma casera. Este invento data de 1965.

¿Quién hubiera pensado que un argentino haría realidad el sueño proyectado en los antiguos bocetos de Da Vinci? Así es. En 1922 Raúl Pateras de Pescara creó e hizo volar el primer helicóptero eficiente.

Un verdadero clásico: ¿quién no tuvo alguna vez un Magiclick en la cocina para prender la hornalla o el calefón? Resulta que su origen también es argentino. Su creador, Hugo Kogan, lo patentó en 1963.

El gran doctor René Favaloro fue el responsable de traer esta técnica para solucionar obstrucciones del corazón a la ciencia médica moderna en 1967. ¡Cuántas vidas se han salvado gracias a este genio!

¿Quién hubiera dicho que este modelo de auto tan famoso fue creado en Argentina? Pues sí: la empresa Kaiser Argentina lanzó este único modelo, que se produjo ininterrumpidamente entre 1966 y 1979. ¡Todo un fierro!

La transfusión de sangre existe desde hace varios cientos de años. Pero hasta principios del siglo XX se realizaba en el mismo momento en el que se extraía la sangre del donante. En 1914 el médico argentino Luis Agote creó un método de conservación del líquido vital que permitió su uso en diferido. ¡Bien por él y por todos nosotros!

El Torino no es el único auto de creación 100% argentina. Mucho antes del Smart, y el mismo año en el que salía el primer Mini a la venta, en 1959, la sociedad anónima Dinámica Industriales Argentina creó el primer microcoche del país. Solo salieron a la venta 300 unidades, por eso hoy se lo considera un auto de colección.

¡Sí! La famosa y clásica Hesperidina es también un invento argentino. Está hecha a base de cáscara de naranjas amargas y agrias, y eso es lo que le da su sabor tan especial. Fue creada en 1864 por el fundador de la empresa Bagley.

Se trata de un invento poco feliz y polémico, dado que fue creado como instrumento de tortura para la policía y el ejército argentinos. Se cree que fue el hijo de Leopoldo Lugones, Polo Lugones, el inventor de este instrumento.

El argentino Fernando Crudo fue el creador de este instrumento, que permite captar los sonidos y registrarlos en papel. Fue patentado por primera vez en 1931, pero el inventor trabajó duro los años subsiguientes para perfeccionarlo, creando nuevas patentes ante cada nueva versión.