Nacidos para ser malos

Durante la temporada de la NBA de 1989 los Pistons de Detroit se crearon una fama de juego rudo y eficaz al ganar el campeonato.

Fernando Luis Zerpa Piñango
Creado por Fernando Luis Zerpa Piñango (User Generated Content*)User Generated Content is not posted by anyone affiliated with, or on behalf of, Playbuzz.com.
Elegir 16 ene 2018
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La antesala

Se podría decir que la carrera por el campeonato de la NBA de los Pistons de Detroit comenzó el martes 9 de junio de 1981. Fue ese día que "Trader" Jack McCloskey convirtió a Isiah Thomas, recién salido de un campeonato de la NCAA con Indiana, la segunda selección en el draft de la NBA. Más tarde esa temporada, agregarían a Vinnie Johnson y Bill Laimbeer; y en los próximos años el club agregaría al entrenador Chuck Daly, Joe Dumars, Dennis Rodman, James Edwards, Rick Mahorn y John Salley.

Esta combinación de muchachos se convertiría en uno de los equipos de baloncesto más temidos en la historia de la NBA. A diferencia de cualquier equipo anterior, no fue el golpe ofensivo lo que sacudió a la mayoría de los equipos, sino el golpe físico real que los oponentes temían. Estos hombres montaron su intensidad defensiva y física hasta el Trofeo Larry O'Brien 1989. Siempre se los conocería como... los Bad Boys.

Rivalidad con los Celtics

Entrando en la temporada de 1988, los Bad Boys estaban hambrientos por batallas. Habían pasado los últimos años luchando contra los Bulls y los Celtics, y venían de una derrota por 4-3 ante los Lakers en las Finales de la NBA. Mientras los Pistons estaban listos para reanudar la temporada después del receso del Juego de Estrellas, Jack McCloskey apretó el gatillo en un intercambio sorpresa, enviando al favorito de los fanáticos Adrian Dantley a Dallas por Mark Aguirre. Los Pistons terminaron la temporada con un récord de equipo de 63 victorias, incluyendo un récord asombroso de 30-4 después del intercambio de Aguirre por Dantley.

Se enfrentaron a los Boston Celtics en la primera ronda. Esta sería la cuarta vez en cinco temporadas que los dos equipos se enfrentaban en la postemporada. No solo había odio entre los equipos en la cancha, sino que el veneno se extendió a las páginas de los periódicos y revistas. Tanto el comentarista de los Celtics, Johnny Most, como el presidente del equipo Red Auerbach dijeron que los Pistons eran "matones sin clase". Sus palabras, sin embargo, no los detuvieron y barrieron a los Celtics en tres juegos. Los siguientes en la tabla de cortar: los Bucks de Milwaukee. Los cuales fueron desmantelados en cuatro juegos, incluyendo la superación de una desventaja de 21 puntos en el cuarto juego.

Enfrentando a la leyenda, Michael Jordan

El siguiente en la agenda fue Michael Jordan y los Chicago Bulls. Jordan predijo que los Bulls ganarían la serie si podían ganar el Juego Uno en The Palace, sede del equipo de Detroit desde 1988 a 2017. Jordan se cargó 32 puntos en su espalda y los Bulls ganaron el partido 94-88. Pero la serie estuvo extremadamente cerrada. Los Pistons ganarían los juegos dos, cuatro y cinco, solo necesitando del Juego Seis en Chicago para avanzar. Poco más de un minuto en el juego, un codazo inadvertido a la cabeza de Scottie Pippen terminó su noche y sin Pippen, los Bulls no pudieron competir. Con una victoria de 103-94, se ganaron el derecho de enfrentar a Los Ángeles Lakers y vengar la derrota de las Finales del año anterior.

Arrancan las finales

Los Lakers tenían todo a su favor. Estaban invictos en los playoffs, habiendo barrido a los Blazers, Sonics y Suns. Habían ganado títulos consecutivos. Fueron entrenados por el hombre con el porcentaje de victorias más alto de cualquier entrenador en la historia de la liga tanto para la temporada regular como para la postemporada. Tenían a Magic, Kareem y James Worthy. El único que faltó fue el armador Byron Scott, quien se desgarró el tendón de la corva en la práctica y se perdió durante toda la serie. La serie arranca y los Pistons toman la ventaja ganando el Juego Uno 109-97.

La última estocada

Con los Lakers en control del Juego Dos, los campeones reinantes de repente perderían su magia... literalmente. Terminando el tercer cuarto, mientras estaban detrás de un quiebre rápido de Detroit, el guardia de los Lakers, Magic Johnson se detuvo con una lesión en el tendón de la corva. En ese partido, Joe Dumars se cargó el equipo al hombro anotando 33 puntos, dándole la victoria a su equipo 108-105.

Dumars volvió a ser grande en el Juego Tres en Los Ángeles. Un tiro bloqueado y una salvada fuera de los límites, combinados con 17 puntos consecutivos del tercer cuarto ayudaron a Detroit a alcanzar una victoria de 114-110, colocándolos al borde de su primer campeonato de la NBA. Los Lakers pelearon valientemente en el Juego Cuatro, pero no fueron rival. Los Pistons aseguraron el campeonato con una victoria de 105-97, ganando la final sin perder un partido contra el equipo que los mandó a casa sin el trofeo la temporada pasada. Joe Dumars, que promedió 27.3 puntos por juego en la final, fue nombrado MVP por unanimidad.

Los Pistons reclamaron su primer Trofeo Larry O'Brien tal como habían jugado toda la temporada. Ganaron con la fuerza y dureza de su defensa.

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