India: El país que condena a las viudas

India es un país de tradiciones arraigadas, la mayor parte de su población profesa el hinduismo, una de las religiones más antiguas del mundo y que tiene algunas tradiciones ampliamente criticadas por su extremismo. El tajante rechazo a las viudas por ejemplo, forma parte de su dogma.

Barbara Pernia
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On Oct 8, 2018
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La India es un país que ha logrado alcanzar un gran nivel de desarrollo económico en los últimos años, gracias a la agricultura, la manufactura y los servicios. Sin embargo, muchos de estos avances se han visto menguados por las prácticas religiosas ortodoxas que se siguen cumpliendo, y que de alguna manera, han afectado el crecimiento y desarrollo social de la población.

Entre las creencias más populares del hinduismo (religión con más practicantes en la India), está una que puede resultar -para quienes no profesan en esta religión- un maltrato y discriminación en contra de la mujer, ya que consiste en el rechazo del que son víctimas las viudas. Una mujer a la que se le ha muerto su esposo, se le considera de mala suerte, casi como una maldición, esto porque en la religión hindú la figura femenina siempre deberá estar bajo la protección de un hombre, al principio de su padre y posterior al matrimonio, de su esposo.

Con la muerte del marido, las mujeres son repudiadas por familiares, y lo único que les espera es morir o sobrevivir en las calles. 

Cuando ocurre la muerte del esposo, la mujer es despojada de sus pertenencias y derechos, tanto así que su estatus dentro de la familia pasa a ser nulo, incluso en las castas superiores. Esto en cumplimiento del Código Manu, una de las escrituras sagradas del hinduismo más antiguas, en donde se dispone lo siguiente: “Una mujer no será nunca independiente, una viuda debe sufrir mucho antes de morir, debe ser pura en cuerpo, pensamiento y alma”.

Las viudas deben vestir de blanco (el color del luto en India), tienen que seguir llevando la marca de ceniza roja en la frente (símbolo de estar casada), no pueden vestir joyas, y se les rapa completamente la cabeza. Pierden prácticamente su feminidad, y se les considera asexuales, no pueden casarse, ni asistir a fiestas o nacimientos de sus nietos, porque son de mala suerte. De hecho, en la antigüedad se cumplía al pie de la letra la sagrada escritura y a las mujeres se les practicaba el rito del sati, una costumbre en donde la esposa era quemada viva en la pira funeraria de su marido.  

El ritual se practicaba en expresión extrema a la pérdida de la persona amada. La ceremonia está descrita en algunos textos sagrados. 

Afortunadamente este ritual ya no es legal en la India, sin embargo, el repudio a las viudas sigue estando presente. Una ciudad llamada Vrindavan, a unos 70 kilómetros del famoso Taj Mahal, es a donde acuden estas mujeres desprestigiadas. Allí albergan unas 20.000 viudas en la actualidad, quienes van en busca de la salvación, ya que según la mitología hindú, fue en los templos de Vrindavan donde el dios Krishna pasó su juventud y alcanzó la liberación espiritual. Por tanto, a diferencia de como pasa en el resto del país, de estos templos estas mujeres no pueden ser expulsadas.

Diferentes organizaciones a favor de las mujeres, han empezado a trabajar en la zona, para proveerlas de comida, educación y servicios de salud, ya que en su mayoría estas mujeres se dedican a la mendicidad para poder sobrevivir. Las organizaciones SOS Mujer y Guild for Service, son las de más presencia. 

Mohini Giri, reconocida activista india y presidenta de Guild for Service, ha liderado la creación de ashrams, lugares de meditación en donde viven estas mujeres. Allí se practican programas de formación en oficios como la costura, y se brinda apoyo y asesoría para el reclamo de los derechos que poseen como mujer.

La legislación de la India ha evolucionado los últimos años, dándoles a las viudas el derecho sobre las posesiones de sus difuntos esposos, la libertad de contraer matrimonio nuevamente si así lo quiere, y recibir una pensión mensual. Sin embargo, muchas no se atreven a reclamarlo, por temor, desconocimiento o simplemente aceptación de la tradición frívola que las mantiene apartadas. Lo más difícil de superar según las ONG, es precisamente esa condición de conformismo, y la falta de educación que tienen las mujeres. Además de las trabas burocráticas que se tienen, como por ejemplo, el papeleo que se debe hacer ya que muchas de ellas son despojadas absolutamente de todo, y llegan con las manos vacías a los centros de ayuda. 

En los templos, las mujeres se entregan a la fe, y dedican más de ocho horas diarias a los rezos.

En este país, el peso de la tradición es muy grande, la cultura es patriarcal y las mujeres son consideradas seres dependientes a la figura masculina. La ciudad sagrada de Vrindavan es ahora conocida como “la ciudad de la viudas”, y en ella, las mujeres podrán encontrar desde oportunidades para su desarrollo (sobre todo las más jóvenes) hasta las circunstancias que las llevarán prontamente a su muerte.

Por: Bárbara Pernía | @barbcueto | Culturizando

Con información de: ABC | El Periódico | Periodismo Humano

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