Inés de Castro, la reina coronada después de muerta

La historia de amor entre Inés de Castro y Alfonso IV de Portugal ha inspirado miles de novelas y cuentos ibéricos por todos los elementos que se entrelazan en dicho relato; guerras, amor pasional, lucha de poderes y prohibiciones hacen de esto una historia fantástica y sin contar su increíble desenlace.

Titi González
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Elegir 8 ene 2018
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Inés de Castro nació en 1320 en la provincia de Orense de Galicia, España. Era bisnieta de Sancho IV de Castilla. Al morir su madre cuando ella era niña, la enviaron al castillo de Peñafiel en Valladolid para servir a Doña Constaza Manuel como dama de compañía. Constanza era noble castellana e hija del Infante Don Juan Manuel ll.

El Infante cegado por su afán de poder, organizó la boda de su hija con Don Pedro, al que se conoce como "El Justiciero", hijo de Alfonso IV de Portugal y futuro heredero al trono.

Doña Constanza contrajo nupcias por un poder y cuatro años después partió a Lisboa para comenzar a vivir con su esposo. Con ella llevó a su corte de damas de compañía, entre ellas Inés de Castro.

La Corte Iusitana las recibió con grandes preparativos para celebrar la boda en la Catedral de Lisboa, pero Pedro quedó flechado de la dama que acompañaba a su esposa, justamente de Inés de Castro y dijo: "Es bellísima, de esbelto cuerpo, ojos claros y colo de garça".

El matrimonio se llevó a cabo pero Inés y Pedro se convirtieron en amantes.

Por su parte, el rey Alfonso IV no podía permitir ese escándalo en su reino así que mandó desterrar a Inés, aunque esta se quedó en la frontera con Portugal, en el castillo de Alburquerque.

En octubre de 1345, Constanza murió al dar a luz y el príncipe viudo aprovechó la situación para rescatar a Inés de su exilio y llevársela con él a vivir al norte de Portugal, donde vivieron como pareja y tuvieron cuatro hijos.

En ese momento el príncipe descuidó sus obligaciones reales y su padre, cansado por la Guerra de los Cien Años y con la sucesión al trono, decidió terminar con la distracción de su hijo y matar a Inés de Castro.

Mientras el príncipe Pedro se encontraba cazando, Inés fue degollada en el jardín de la casa de Coimbra donde vivía, en presencia de sus hijos.

Pedro se enfrentó a su padre al enterarse de lo ocurrido pero terminó acatando sus órdenes y accedió a casarse de nuevo y dar un heredero legal al trono. En 1357 el rey Alfonso IV murió y entonces el rey Pedro I, sacó todo su rencor y mandó a buscar a aquellos que habían estado implicados en el ajusticiamiento de su amada, se ordenó torturarlos y arrancarles el corazón.

Luego reunió a la Corte y declaró que un año antes de la muerte de Inés, habían contraído matrimonio con lo que le dio a ella honores de reina y a sus hijos reconocimientos legítimos.

No satisfecho, mandó a esculpir un mausoleo en el monasterio de Alcobaça, desenterró el cuerpo de Inés y la trasladó formando un cortejo fúnebre con todos los honores. Ya en el lugar, el cadáver de la reina fue engalanado y sentado en el trono, los nobles fueron obligados a pasar frente a la difunta y rendirle pleitesía besando su mano. Luego de eso Inés fue sepultada.

Pedro I, mandó esculpir otro mausoleo similar y situarlo de frente al de Inés para, según dijo “fuese lo primero que viese cuando resucitase en el Juicio Final".

Titi González Méndez | Culturizando
Con información de historiageneral.com

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