Black Panther (2018)

Black Panther, creado en 1966, fue el primer superhéroe afro en la historia del cómic. Falcon (1969), John Stewart (1971), Luke Cage (1972), Blade (1973), Black Lightning (1979), Cyborg (1980), Spawn (1992), Steel (1993) y Static Shock (2000) llegarían después, pero lo cierto es que este personaje creado por Stan Lee y Jack Kirby, quien nunca tuvo el éxito de un Batman o un Spider-Man, ha recibido un trato digno de la realeza, con una extraordinaria película inserta en el universo cinematográfico interconectado de Marvel y Disney, el cual ya cumple diez años de entregarnos películas asombrosas.

Esta cinta, con ecos del clásico animado de Disney The Lion King (el cual, a su vez, está inspirado en Hamlet), cuenta la historia de T'Challa, el príncipe de un misterioso y aislado país africano llamado Wakanda, el cual ya conocíamos por su aparición en la maravillosa cinta Captain America: Civil War, que todavía mantiene su estatus de ser la mejor película Marvel/Disney hasta la fecha.

La muerte violenta de su padre, convierte a T'Challa, en rey de su país. Sin embargo, un hombre llamado Erik Killmonger busca reclamar el trono, revelando un oscuro secreto que involucra al padre del nuevo rey.

Black Panther es quizás la primera película afro-futurista en la historia del cine. La Wakanda de esta cinta rehúye cualquier estereotipo de un país africano que Hollywood haya mostrado hasta nuestros días (la pobreza, injusticia, atraso y violencia aquí son reemplazadas por orgullo, identidad, inteligencia y riqueza). Es cierto que el sistema gubernamental de Wakanda país es monárquico, pero gracias a la explotación de un mineral llamado Vibranium, este país se convierte en una especie de paraíso que logra la armonía entre la tradición milenaria y la tecnología de vanguardia. El problema es que el envidioso hombre blanco desea colonizar a Wakanda y explotar sus recursos (codicia evidenciada en el villano Ulysses Klause) o, peor aún, los hijos de Wakanda quieren utilizar los recursos de su país para la guerra y el comercio ilegal de armas (como es el caso de Killmonger). Esta cinta es quizás la más política de toda la saga de Marvel.

El director Ryan Coogler (Fruitvale Station, Creed) continúa demostrando su talento y maestría como narrador. La música de Kendrick Lamar es imponente y la fotografía de Rachel Morrison (Mudbound) es exquisita. Chadwick Boseman, el camaleónico actor que interpretó a un sorprendente James Brown en Get On Up y a un carismático Jackie Robinson en 42, está perfecto como Black Panther, y los villanos encarnados por los talentosos Andy Serkis (Klause) y Killmonger (Michael B. Jordan) logran transmitir maldad y tragedia en partes iguales. Pero son las mujeres la verdadera fuerza de esta película de superhéroes: Angela Bassett (Ramonda), Lupita Nyong'o (Nakia), Danai Gurira (Okoye) y Letitia Wright (Shuri), están magníficas como la madre, la amante, la guardiana y la hermana de la Pantera Negra.

A los detractores de las películas Marvel/Disney que se quejan por el exceso de humor manejado en sus películas (el cual adoro), les recomiendo ver Black Panther, cuyo tratamiento serio, político y solemne no choca con la calidad de su factura y su poder para entretener y emocionar. Para un joven afroamericano, ver esta cinta debe ser una experiencia más que intensa y sin punto de comparación, algo imposible de describir y comprender para los blancos acostumbrados a ver a la mayoría de los superhéroes con su mismo color de piel. Ya era hora para un cambio.

Comparar las cintas de Marvel con las películas del universo cinematográfico interconectado de DC (Man of Steel, Batman v Superman, Suicide Squad, Wonder Woman, Justice League), nos lleva a la dolorosa conclusión de que estas últimas son unos productos ingenuos, infantiles y efímeros, que no poseen el poder y la experticia de las obras de su casa competidora. Make Mine Marvel.

P.d. No se olvide quedarse a los créditos finales para dos emocionantes epílogos.